La historia de Taquerías Arandas : Capítulo 2
- María Sánchez Iglesias
- Aug 27
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Don José Llega a la capital y a la gran escuela de la vida.

A LOS NUEVE AÑOS, JOSÉ FUE LLEVADO A LA CIUDAD DE MÉXICO.

Lo pusieron a vender chicles en los camiones, rumbo a su trabajo con su papá en una taquería de Xochimilco, un barrio al sur de la capital mexicana. Pero no era feliz: lo habían arrancado de Jesús María, Jalisco, de su abuela Emilia, de su tierra. Dormía en el piso de un puesto de tacos junto a su padre, en medio del bullicio y el cansancio de la ciudad.
EL ENCIERRO EN LA VINATERÍA
Conoció a un hombre que le ofreció trabajo en una vinatería. Pronto descubrió la dureza de esa vida: el señor lo dejaba encerrado, y hasta hubo quien intentó regalarlo. El miedo lo acompañaba cada día, pero también la esperanza de volver a los brazos de su madre. A los 13 años, José se armó de valor, engañó al patrón y huyó en secreto para buscar a su madre, Soledad Hernández. Ella, al verlo, decidió con firmeza que jamás volvería a la vinatería.

CARTONES Y LLUVIAS
La pobreza seguía presente: dormían sobre cartones y, cuando llovía, el agua se metía a su casa.
Cada noche era una prueba de resistencia, cada día un desafío de fe y voluntad.
EL ENCUENTRO QUE CAMBIÓ SU VIDA
Pero en medio de tantas dificultades, apareció un encuentro decisivo: don Andrés Meléndez, quien le abrió las puertas de su taquería. Él no sólo le enseñó a preparar tacos, sino también a ser un hombre trabajador, honrado y de fe.
José debía ir a misa todos los días, trabajar con disciplina y servir con respeto a cada cliente.

PRIMEROS FRUTOS
Con su primer salario ayudó a su madre y, a los 15 años, pudo comprarle una estufa y una lavadora. Un gesto sencillo que representaba mucho: la esperanza de una vida más digna.
Y aquí, bajo la guía de su maestro, comenzó a forjarse el verdadero sueño de José Camarena.
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